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Foto del escritorRenata Batarse

¿Cómo nos ayudan los psicólogos?


¿Qué hacen los psicólogos, cómo nos ayudan?

La herramienta que utilizan los psicólogos para ayudar es la psicoterapia. El término «psicoterapia» suscita con frecuencia un serie de percepciones erróneas, incluso fantásticas que traducen más un desconocimiento de la técnica y probablemente una resistencia inconsciente respecto a los asuntos de la mente.

La psicoterapia está fundada en un intercambio de persona a persona que se instaura gracias a la escucha, una disposición favorable hacia el otro, la ausencia de juicio, la capacidad de atención a procesos psíquicos determinados y comprensión. Todo esto permite alcanzar el objetivo esencial de la psicoterapia, que es permitir a cada uno conocerse mejor, interrogarse acerca de su evolución y responder adecuadamente a los acontecimientos propios de la vida. La calidad de la relación que se establece en psicoterapia, el sentimiento de ser bien recibido y comprendido en lo que se vive y resiente, son elementos determinantes de toda psicoterapia, sin embargo no lo es todo.

Este intercambio verbal en el que se apoya la psicoterapia, no es una "discusión" normal del tipo que se tiene en la vida cotidiana, con familiares o amigos. Se trata de una relación particular en la que un profesional formado a la escucha y a la comprensión de problemas psicológicos propone, en un marco concebido para ello, abordar estos problemas de manera específica, diferente a la nuestra y a la que nuestros cercanos puedan proponernos. De este modo, el terapeuta y el paciente generan a través de esta relación particular un espacio en el que se trabajarán las distintas dificultades que presente el paciente.


¿Cómo nos ayudan los psicólogos?

Por un lado, tenemos varios elementos o reglas esenciales que constituyen las condiciones favorables para que este la psicoterapia sea un espacio permita que haya un cambio positivo en la persona:


El permitir la expresión libre

Una regla es el permitir la expresión de lo que vivimos, sentimos y pensamos en toda libertad, es decir sin miedo a ser juzgados o criticados. Podremos por ejemplo abordar situaciones o emociones que nos angustian, sin limitarnos a las « zonas de confort » a las que estamos acostumbrados, y hablar de cosas que son difíciles de abordar, incluso con nuestros seres queridos.

El escuchar y traducir en palabras lo vivido

El terapeuta está ahí para escuchar el sufrimiento, las dificultades, las dudas, y favorecer la expresión de lo que es experimentamos realmente, nos ayuda además a poner en palabras lo vivido, utilizando diferentes técnicas: preguntas abiertas, reformulación de problemas, ejercicios de puesta en situación, espacios de silencio.

El ponernos cara a cara con nosotros mismos

El terapeuta nos propone por tanto un cara a cara con nosotros mismos en un ambiente de confianza, en un marco que provee seguridad. De modo que podamos ir más allá de lo que habitualmente podemos alcanzar y que podamos mirarnos de otra manera, tomar conciencia de nuevas cosas, abordar nuestros problemas de manera diferente, encontrar por fin respuestas y soluciones eficaces, que nos hagan sentir bien con nosotros y en nuestras relaciones.

Para dar lugar a este cambio, el terapeuta interviene de manera activa, de la mano con el paciente; primero para determinar qué genera actualmente el malestar en la persona, luego en la búsqueda de distintos puntos de vista respecto a la situación y el problema. Analizar los puntos de vista actuales que emplea el paciente para lidiar con las situaciones que lo rodean es esencial para comprender el rumbo o la dirección que supone la manera de vivir actual del paciente.


¿Cómo funciona la psicoterapia y cómo nos ayuda?

Una forma de entender el por qué no es fácil lograr un cambio efectivo en en nuestra vida en general, es observar que cuando queremos realizar una modificación en la vida es porque generalmente nos sentimos incomodos o molestos con ciertos resultados de nuestro modo de vida. Sin embargo, nos topamos seguido con la dura realidad de que no tenemos las fuerzas o la motivación suficientes para lograr el cambio que queremos. Lo que sucede es que, sentirnos incómodos debido al malestar que generan ciertos aspectos de nuestra forma de ser no es suficiente. Es necesario lograr sentirnos incómodos también con una cierta forma de ser nuestras que precisamente nos lleva a tales resultados incómodos (o malestar). Se trata de un conjunto de puntos de vista, de decisiones que realizamos diariamente, de formas de ver y de pensar con las que nos sentimos a gusto o cómodos. Es como si nos sintiéramos a gusto (o indiferentes) con una cierta dirección que lleva nuestra vida que sin embargo nos dirige directamente contra un muro con el que chocamos una y otra vez. Y es claro que sentirnos mal y con dolor únicamente por golpearnos con tal muro evidentemente no es suficiente — es necesario también sentirnos incómodos y a disgusto con la dirección que nos lleva a chocar contra el muro. Y esto no es nada fácil de lograr, precisamente porque se trata de un proceso inconsciente, es decir que hacemos sin darnos cuenta.

El psicólogo nos ayuda en la medida en que nos coloca cara a cara con nosotros mismos. Esto da lugar a un cambio de perspectiva, en el que podemos ver que este conjunto de formas de ver y de pensar con los que nos sentimos cómodos, en realidad son inconvenientes para nosotros. El cambio de perspectiva precisamente consiste en darse cuenta de esto. Es decir, que antes de estar cara a cara con nosotros mismos, estamos dispuestos incluso a defender con tenacidad este conjunto de aspectos de nuestra forma de ser, como si se trata de nuestro yo o nuestro ego, como si de eso dependiera nuestro orgullo, nuestra tranquilidad, es decir el bienestar y el creer que estamos haciendo las cosas bien. Todo esto quiere decir que si lograr el cambio es tan difícil es principalmente porque nosotros mismos lo impedimos. Este es el sentido de la frase de Spinoza: «los hombres luchan por la esclavitud como si se tratara de su salvación». El reto de la psicoterapia, pues, va a consistir en identificar esas formas de ser que no nos dejan vivir, y en lograr una perspectiva que nos permita ver a estas formas ya no forma inocente, sino de tal modo que podamos entender en qué sentido son inconvenientes para nosotros. De este malestar o incomodidad que surge de esta confrontación con nosotros mismos aparecen nuevas posibilidades y nuevos puntos de vista para conocerse mejor y responder adecuadamente a los acontecimientos de la vida.

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