¿Qué es la infidelidad?
La infidelidad es la ruptura de una promesa de permanecer confiables el uno al otro, en relación de pareja, y esta promesa puede adquirir la forma de matrimonio, noviazgo o unión libre. La infidelidad es un abuso o mal uso de la confianza que se ha depositado el otro en el otro en una relación. Una infidelidad puede destruir una relación y a los individuos involucrados. Desolación, traición, confusión, tormento por celos, inseguridad y baja autoestima son los sentimientos que puede experimentar una pareja que ha sufrido de una deslealtad sexual o sentimental. En ocasiones, la infidelidad termina con la relación, y en otras las parejas son capaces de reparar la relación con sus propios medios o con la ayuda de un terapeuta de pareja, y muchas veces volviendo la relación más fuerte como resultado. En cualquiera de los dos casos, es importante que cada uno, por bienestar individual, trabaje para asimilar lo sucedido y reparar los daños ocasionados.
Causas: ¿qué provoca la infidelidad?
En ocasiones, podemos llegar a sentirnos defraudados, desilusionados, incluso engañados por nuestras parejas porque no cumplen o no satisfacen lo que entendemos como una vida plena y satisfactoria. De ese modo, podemos llegar a pensar que si nuestra esposa no puede hacer eso, entonces tenemos el derecho de encontrar a alguien más que lo haga, y debemos aprovechar la oportunidad mientras exista: puede ser una única oportunidad en la vida. Esto puede suceder tanto en un matrimonio en el que el esposo o esposa se dediquen a la felicidad del otro, tanto como en casos en que uno ignora al otro, o incluso abusa del otro. La única diferencia tal vez sea que en un caso es más fácil justificar las acciones de infidelidad, y en el otro será difícil manejar la culpa. La realidad es que no es difícil encontrarnos con personas que cumplen satisfactoriamente nuestras necesidades, sin embargo esto es peligroso cuando nuestras parejas no están haciendo bien ese trabajo. En el inicio, o cuando existe todavía el enamoramiento, podemos simplemente sacudirnos de esa sensación y seguir adelante. Pero cuando no amamos a nuestra pareja, podemos sentirnos confundidos respecto a por qué no tenemos ese sentimiento de satisfacción con nuestros esposos.
Ahora bien, es crucial entender este sentimiento que aparece en cierta etapa de la relación, de desencanto, de cansancio por constantes diferencias, pues de la forma en que lidiemos con esto van a depender muchas cosas para la relación. Es importante señalar que prácticamente todas las parejas se enfrentan en algún momento a este reto, a este sentimiento de sentir que la relación no les está dando el máximo que buscan o que merecen, por lo que pueden sentir cierto sentimiento de estar perdiendo algo, de estar incluso siendo engañados. "No es la persona con la que me casé", "Antes, de novios, él/ella no era así..." etc. Este sentimiento de abandono, de ser ignorados, o relegados a un segundo o tercer lugar de importancia en la vida de la pareja, es decir de la persona más importante, si no se maneja adecuadamente, puede ocasionar serios daños. Aquí tenemos que entender las razones por las que existe una tendencia en todas las relaciones a que aparezca, en mayor o menor grado, ese sentimiento. La razón se debe a que no todo en la relación es positivo, no todo tiene que ver con encanto, belleza, inteligencia, habilidades y otros factores que hacen que dos personas sientan atracción una de la otra y construyan una relación. También hay razones negativas y por decirlo así oscuras: también por razones negativas dos personas se atraen y se unen, y estos factores tienen que ver con heridas abiertas (de las que no estamos conscientes), con problemas no resueltos que viene cada uno arrastrando de su propio pasado y de su historia personal. La realidad es que muchas veces nuestra pareja, a través de la manera en que ambos han decidido llevar la relación, a pesar de ser la persona que más amamos y elegimos para vivir una vida juntos, hace que aparezca en nosotros un malestar muy intenso y que a simple vista no podemos explicarnos (por ejemplo, este sentirse abandonados, ignorados, etc.). Precisamente, lo que sucede es que, por la misma intimidad y vulnerabilidad que caracterizan una relación, nuestra pareja va a tender a tocarnos y hasta golpearnos en esas heridas abiertas que traemos... y que desconocemos que traemos. Esto necesariamente nos generará un malestar muy desagradable, que probablemente (en la medida en que no sospechamos de la herida abierta) responsabilicemos a nuestra pareja por ese dolor. En la medida en que no sepamos que tenemos una herida, en el momento en que un roce o el simple contacto nos ocasione dolor, vamos a tender a culpar a la persona que nos roza o nos toca; que si bien mi pareja está siendo un factor que genera este dolor, de ninguna manera es su causa (mi pareja golpeó mi piel ya herida, no tomó un cuchillo y abrió la herida). En otras palabras, tendemos a tomarnos personal muchas de las dificultades que surgen en una relación, y en la medida en que las tomamos personal nos vamos distanciando de nuestra pareja, pues la sentimos cada vez más como nuestro enemigo, como alguien que nos está haciendo perder algo, como alguien que nos hace trampa.
Es significativo mencionar aquí un ejemplo de la vida real. El famoso sitio de internet Ashley Madison que se dedica a darle la oportunidad a las personas que deseen tener una infidelidad, precisamente, describe sus servicios como ideales y como una solución a las personas que "se sienten que desean encontrar una persona que no sea su pareja para llenar sus necesidades no satisfechas"... Mediante este servicio, "usted puede comunicarse con otros adultos de ideas afines que pueden ser más comprensivos con su situación". El sitio sostiene que no fomenta la infidelidad, lo cual es bastante contradictorio. Lo que es claro es que es una empresa que tiene toda la intención de aprovecharse de estas dificultades a las que tiende a presentar toda relación.
Consecuencias de la infidelidad
Una persona que es víctima de una infidelidad, puede experimentar sentimientos de abandono, traición, enojo, se puede sentir usada o burlada.Una infidelidad no puede separarse del conocimiento pleno de la persona infiel del inmenso dolor que ocasionarán sus acciones en el momento en que sean descubiertas. Refleja por tanto una desconsideración gratuita hacia los sentimientos de alguien que ha prometido apreciar y proteger de por vida.
La primera reacción de la mayoría de parejas, después de descubrir la infidelidad de su pareja, es terminar con la relación. A la mayoría de las personas les resulta difícil imaginar tener nuevamente una relación normal después de tal violación de confianza. La sola imagen del esposo o la esposa teniendo relaciones sexuales en los brazos de un amante, es perturbadora y hace difícil evitar el surgimiento del resentimiento.Sorprendentemente, la mayoría de los casos la infidelidad no conduce al divorcio. De hecho, la mayoría de las parejas se esfuerzan por reconciliarse, y usualmente tienen éxito. Sin embargo, a pesar de una reconciliación aparentemente exitosa, el resentimiento puede reaparecer y la pareja puede recaer eventualmente. La razón principal para trabajar a fondo y en detalle la situación crisis que se vive después de la infidelidad, es para evitar lo más posible que el recuerdo del engaño aceche a la pareja por décadas. La terapia de pareja puede ayudar a todo esto. Ambos esposos tienen que ser pacientes, la pareja infiel tiene que darle la oportunidad a su pareja de superar su resentimiento, y la pareja engañada tiene que trabajar en darle nuevamente un voto de confianza a su cónyuge (de lo contrario, qué caso tendría continuar las vidas juntos).
¿Quiénes están expuestos al riesgo de una infidelidad?
La realidad es que la infidelidad es un riesgo al que todos estamos expuestos, por lo que conviene no cerrar los ojos a la posibilidad. No se trata exactamente de desconfiar de la pareja, pero tampoco de "confiar ciegamente". Confiar ciegamente es una actitud poco activa, que tiende a desactivar una actitud de alerta que siempre es saludable (un poco como los animales, que siempre están al acecho, cuidando sus espaldas incluso cuando beben agua). Estar alerta no debe confundirse con desconfiar, ni con los celos infundados, sino con simplemente no pensar que la infidelidad es algo que nunca podría ocurrirle a uno.Existen maneras insospechadas con las que abonamos sin darnos cuenta, involuntaria e inconscientemente el terreno de la infidelidad. Forma parte del amor, de construir y cuidar una relación el trabajar para elevar cada vez más el muro que deja fuera la posibilidad de la infidelidad. Es un gran error pensar que la fidelidad puede darse sola, sin esfuerzo; por el contrario es algo que cada uno en la pareja y en pareja debe conquistar.
Una relación importante es una invitación a que por fin podamos apoyarnos o recargarnos uno en el otro. Pero no porque haya encontrado a alguien en quien apoyarme y descansar, voy a dejar caer todo mi peso encima suyo, como si se tratara de una prueba de amor con la que pretenderíamos comprobar qué tanto nos ama. Apoyarnos así en una pareja es olvidar que no es perfecta, que puede incurrir en el error. Y no solo mi pareja, sino también yo, y en general el ser humano. Cabe incurrir en el error, cabe que en una relación las cosas se compliquen a tal punto que uno de los dos termine siendo orillado a la impotencia, y actúe desde su impotencia o debilidad (lo cual nunca es favorable para la relación).
Esto no significa que todos estamos destinados a la infidelidad. Significa que la infidelidad es humana, y que no se lo debemos dejar a la suerte el que nos pase o no nos pase, sino más bien debemos trabajar para proteger el matrimonio al no subestimar una amenaza que ha estado presente, de distintas formas, en toda la historia del hombre.
¿Una persona infiel puede volverse fiel?
Evidentemente, sí. Esto no significa que no sigan existiendo riesgos tanto para la persona que ha sido infiel como para la que no.
La infidelidad es causada en esencia por un mal manejo de las dificultades que se presentan normalmente en cualquier relación. Está marcada en la persona infiel por una característica sobresaliente de un sentimiento de no recibir la satisfacción que él o ella espera de su pareja. Siente que la relación lo está haciendo perder algo, por lo que ve la infidelidad como una oportunidad.
El gran reto para superar una infidelidad es ser capaces de entender y experimentar desde la vivencia, que en la infidelidad no hay ninguna ganancia, sino solo pérdida: perdemos en primer lugar la oportunidad de tratarnos a nosotros mismos como individuos dignos de confianza.
¿Es necesario hablar de los detalles?
Todos los días me pide que le diga detalles de cuándo, dónde, cómo, por qué de mi infidelidad... ¿qué hacer? El daño que sufre una relación a causa de una infidelidad es muy grande, sin embargo puede repararse. Lo que se daña principalmente es la confianza, y con esto nos referimos a uno de los pilares fundamentales de una relación. Es decir, que una infidelidad genera una inestabilidad tan grande que impide que se mantengan en pie las cosas a las que estamos acostumbrados en la relación. Es inevitable: es inevitable que la persona que sufre de una infidelidad se haga constantemente muchos tipos de pregunta.
¿Por qué la necesidad de saber es tan fuerte?
El golpe de la infidelidad desacomoda un sinnúmero de cosas en la vida emocional de la persona; lo que antes estaba seguro, ya no lo está: ¿me quiere, me desea?; ¿prefiere realmente a otra persona? ¿todo lo que me ha prometido y que me ha dado tranquilidad, era falso? De repente, el suelo sobre el que descansaba el futuro se agrieta, y esta incertidumbre respecto al futuro genera mucha angustia y ansiedad. Esto ocasiona inevitablemente que surjan de manera difícil de controlar muchas preguntas a modo de que se pueda entender de un nuevo modo lo que está perdiendo sentido. De hecho, estas preguntas dan cierto control de la situación a la persona, y en este sentido es importante que la persona que fue infiel escuche estas preguntas e intente ser sincero con su pareja. Las preguntas son un intento de revisar, de revisitar incontables momentos de la vida en pareja, y volverlos a ver ahora desde un nuevo punto de vista, de modo que podamos encontrar una lógica al pasado y al futuro en función de lo que se está viviendo y sufriendo en el presente. Es una manera de revisar minuciosamente lo que está roto en el interior de la vida emocional, y tratar (no siempre con éxito) de verlo de tal manera que pueda volver a funcionar y podamos continuar (como antes). No es en vano que surge esta necesidad en la persona engañada de formular tantas preguntas, y es importante que la persona que incurrió en la infidelidad la acompañe en la medida de lo posible. Para esto, un terapeuta puede ayudar a definir los límites de estos intercambios, promoviendo en la persona que hace preguntas que busque la manera de extraer de ellas algo favorable para la relación, que le ayude a mirar más tranquilamente hacia el futuro, y a la persona que escucha estas preguntas, el terapeuta le ayuda a controlar la frustración y la impaciencia que puede generar escuchar todos los días los mismos reclamos. Es importante que ambos cuiden que estas preguntas no se queden atrapadas en resentimiento.
¿Por qué si yo no fui el/la infiel tendría que ir a terapia?
La infidelidad es un golpe que sufre la relación que conviene que se trabaje en pareja. Principalmente, porque presenta un reto para ambos. Como se menciona arriba, el reto para la persona que sufre la infidelidad es manejar adecuadamente el resentimiento natural que surge al ser engañada. Si no se maneja correctamente, se corre el riesgo de que no se logre superar realmente la infidelidad, a pensar incluso que sigan juntos.
La terapia de pareja es una buena opción si se quiere luchar por la relación ya que puede ayudarles realmente a superar una infidelidad
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