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Problemas familiares


Ninguna familia es perfecta, y sin embargo esto no es del todo malo. Como dice Tolstoi, "todas las familias dichosas se parecen, pero cada familia infeliz es desdichada a su manera". Si bien es frecuente que las familias se enfrenten a innumerables problemas que se acumulan, y que causan estrés, tensión e incluso trastornos en sus integrantes, estas dificultades y estos problemas son también grandes oportunidades de crecimiento. Los problemas frecuentes en una familia son: peleas entre hermanos, problemas de adolescente, diferencia de opiniones y desacuerdos en la pareja, pérdida de la tranquilidad debido a conflictos entre padres, problemas de educación, problemas financieros, pérdida de trabajo, divorcio, adicción enfermedad mental o física, etc. Afortunadamente, los problema de familia tienen solución.

Conflictos con familia política y familiares

En ocasiones los padres de los esposos (los suegros) y otros familiares suelen interferir en las decisiones que deben tomarse en la familia, como por ejemplo respecto a las finanzas, los negocios, la educación de los hijos, etc. Resolver estos problemas no es fácil. Es necesario que marido y mujer actúen en bloque y encuentren una salida a sus desacuerdos. La decisiones respecto a la educación de los hijos, las finanzas, etc., tiene que hacerlas los esposos juntos y en común acuerdo. Es importante, entonces, que la intervención de terceros sea puesta bajo control ambos. Este trabajo de la pareja de compartir el control prepara el terreno para otras tareas que son igual de importantes, como el respeto mutuo en la pareja, la educación de los hijos (que requiere que ambos actúen también en bloque).

Desacuerdos respecto a problemas de dinero

En muchas familias, el dinero es una causa importante de los conflictos. Debido a que el dinero está presente en muchas de las decisiones que toma la familia, los conflictos por dinero también suelen ser frecuentes. Una consecuencia del mal manejo de este tema, es que quien gane más dinero en la pareja tiende a tener más poder en la relación. Es importante manejar la situación de tal forma que el dinero no sea una fuente de poder en las familias. El poder de decisión tiene que ser algo compartido, de lo contrario se incurre en relaciones desiguales que dan pie al abuso, el maltrato y otros tipos de violencia.

Elección de la carrera de los hijos

Muchas veces los padres presentan dificultad en aceptar las decisiones de sus hijos sobre qué carrera estudiar, e incurren en coaccionar a sus hijos. Evidentemente esto es problemático, pues es un intento de limitar su libertad y su seguridad en general. En ocasiones los hijos tienden a oponerse y a generar conflicto al respecto (lo cual es muy saludable), y sin embargo existe el riesgo para muchos hijos de querer evitar confrontación con sus padres, y acceder sin mayor problema, y sin ver que subordinar una decisión así de importante en sus vidas tendrá consecuencias negativas en el futuro. Aquellos hijos que han adoptado una forma de ser con la cual se le da prioridad a no confrontar a sus padres, a hacer sentir bien a los demás, a erigir una imagen positiva a ojos del otro, estas personas tienen que tener especial cuidado de no terminar complaciendo una necesidad de los padres de querer tener la razón y creer que saben lo que es mejor para sus hijos por siempre. Porque para un hijo estar de acuerdo con eso supone que él mismo está retrasando la tarea de conquistar una seguridad y una autoestima propia. Es importante que los padres respetan las decisiones de sus hijos adultos y los apoyen incondicionalmente.

Problemas de la adolescencia

El periodo de la adolescencia de los hijos es un reto para ambas partes, tanto para los hijos como para los padres. Los hijos experimentan por primera vez la necesidad de independizarse de sus padres, de querer explorar el mundo. Sin embargo, no se percatan de que no cuentan todavía con los recursos suficientes para enfrentar el mundo de forma conveniente (quieren salir y correr sin tener en cuenta que han pasado los últimos 10 años o más sentados, y tienen las piernas adormecidas). Evidentemente, los padres se percatan de esto y se alarman, lo cual dificulta las cosas. Pues al ver que los hijos adolescentes no tienen "los pies en la tierra" y quieren conquistar el mundo, redoblan sus esfuerzos de dominar la voluntad rebelde de sus hijos. El riesgo es que los padres se enojen constantemente y estas dificultades se agraven y ocasionen complicaciones innecesarias, que dañan la relación padres-hijos y se interrumpe la oportunidad de los padres de ayudarles a los hijos en su construcción de una seguridad y autoestima estables. La adolescencia es un reto tanto para los hijos como para los padres, pues los hijos tienen que experimentar los límites de que todavía viven con sus padres y que realmente son dependientes, y los padres tienen que tener hacerles ver a sus hijos con claridad estos límites, pero cuidando de no aplastar este ímpetu que surge en la voluntad de sus hijos. Si lo ponemos en palabras, este ímpetu tiene que ver con el inicio una lucha por conquistar la convicción de que ellos pueden saber en primer lugar lo que es conveniente para ellos. Hasta ahora, eran sus padres quienes ocupaban este lugar (lo cual es natural): antes de la adolescencia son los padres (idealmente) los que saben qué es mejor para sus hijos. Los hijos dependen completamente de ellos, hasta que cuenten con un criterio suficiente para tomar las decisiones importantes en su vida.

Peleas entre hermanos

Las peleas entre hermanos son normales y frecuentes y en ocasiones pueden producir un ambiente tenso en la familia. Los padres tienen que ser capaces de intervenir en estas peleas cuidando de no tomar partido con ninguno de sus hijos. Una intervención que puedan percibir justa los hijos ayuda a que el problema se mantenga siempre bajo control, y no rebase líneas que lleven la situación a más complicaciones innecesarias. Una mala intervención de los padre puede resultar en resentimientos de parte de uno de los hijos hacia los padres, o bien puede confundir a un hijo haciéndole creer que está en lo correcto cuando en realidad no es así.

Problemas financieros

En ocasiones no está en manos de los padres el poder evitar problemas financieros (un despido, falta de trabajo, crisis económica), y a veces es la falta de planeación y buena administración que ocasionan constantes problemas económicos en la familia. En ambos casos, es importante que este problema se mantenga lo más posible no visible para los hijos. Evidentemente, los hijos tienen que saber que no existen recursos en tal momento para adquirir ciertas cosas, y tienen que aprender a asimilarlo. Sin embargo es importante que los padres no les transmitan que es un "grave problema" el que están atravesando como familia, porque esto ocasiona inevitablemente que ellos se preocupen e intenten resolver un problema al que no pueden realmente ayudar. Es importante simplemente que los padres tengan claro que este tipo de problemas es un problema de los padres, y que los hijos tienen que conservar cierta tranquilidad de sentir que los padres saben lo que hacen. En todo momento (incluso cuando se pueden equivocar), los padres deben transmitirle a sus hijos que ellos son pilares y que pueden apoyarse en ellos. Comunicarles a sus hijos que tienen problemas y no saben qué hacer, es hacer que ellos se involucren en problemas que no son de ellos y que no sabrán como ayudar (generando así frustración innecesaria en los hijos). Mantener estos problemas relativamente invisibles a los hijos es algo que ayuda a que los hijos crezcan con mejor seguridad y autoestima.

Divorcio e hijos

La separación o el divorcio de los padres puede ser una experiencia muy dolorosa inclusive traumática para la familia. Tanto los esposos como los hijos experimentan mucho sufrimiento por los cambios que supone la ruptura de una relación. Es importante tener presentes varios puntos para que pueda haber un manejo adecuado de un divorcio o una separación, y evitar que las consecuencias repercutan durante años en los miembros de la familia. En primer lugar es muy importante nunca perder de vista que tras un divorcio la familia permanece completa, desintegrada pero completa. Es decir, seguirá existiendo un padre, una madre y los hijos (dependerá del buen manejo de la situación para que se logre una convivencia armoniosa entre todos). Evidentemente ya no será lo mismo, es decir, la experiencia de una familia desintegrada no es la misma, y los padres tienen que trabajar para que los hijos logren vivirlo como la mejor opción para todos. ¿Por qué? Porque de lo contrario, si los padres no se esfuerzan en que los hijos acepten la nueva forma de vida (familia desintegrada), para ellos será más difícil dejar atrás los daños que recibieron en este momento, y aumentarán los riesgos de que los arrastren a la edad adulta. Es importante que los hijos confíen y asimilen que esta decisión que toman los padres es por el bien de todos. Y para que esto se consiga, los padres también tienen que ser capaces por su parte de decirse a sí mismos que si se toma la decisión del divorcio, es por el bien de todos en la familia. Tal vez el esposo pueda decir, pero la decisión no la tomo yo, ella ha sido quien ha querido el divorcio. Incluso en ese caso, hay que estar de acuerdo en que solo falta una persona para romper con la relación. Es decir, si la decisión de la persona es no continuar más, por desamor por ejemplo, con la relación, basta para que no tenga sentido continuar juntos. Pues, de lo contrario, le estaríamos dando el ejemplo a los hijos de que a pesar de que no existe el amor se va a continuar juntos, tal vez por ellos, se va a sacrificar la felicidad, tal vez por los hijos. Y esto directa o indirectamente los hijos lo van a percibir. Van a sentir que es por culpa de ellos que los padres decidieron estar juntos, a pesar de que no se amaban. Y esta culpa los puede hacer sentir muy mal en adelante.

En segundo lugar, es importante hacer una diferencia clara entre lo que son problema de familia (padres e hijos) y problemas de pareja. El divorcio es necesariamente un problema de pareja, entre marido y mujer, no de familia. El divorcio deshace una relación que se creó antes de la aparición de los hijos. Y esto tiene consecuencias importantes. Evidentemente es algo muy duro para los hijos, pero ellos tienen que tener claro este límite, para evitar que se involucren en el problema y se carguen sobre sí problemas que no son suyos. Por ejemplo, puede existir un impulso espontáneo de los hijos (o de uno) a tomar partido por alguno de los dos padres. Es importante que ambos padres interrumpan este impulso, y no permitan que, por ejemplo, defienda a la madre y ataque al padre. Todo esto a veces es inevitable que suceda. Lo importante es que los padres no se queden con los brazos cruzados. Es decir, que le hagan saber que no es necesario que defienda a la madre, o que ataque al padre. Hacerle ver de alguna u otra forma que este problema no le incumbe. Que ellos son los encargados de resolverlos, que no necesitan de su ayuda. Las consecuencias de esto son muy importante. De esto depende incluso que los hijos no lleguen a "comprar" un problema que no es suyo, y que lo carguen consigo hasta su vida adulta, y tengan por lo tanto mayor probabilidad de repetir este problema en su vida, es decir revivir este problema ya no de espectador sino de actor.


Adicción o alcoholismo de uno de los padres

La adiccion a alguna droga o el alcoholismo tiene consecuencias muy destructivas en toda la familia. De hecho, el alcoholismo se conoce como una enfermedad de familia. Una persona con alcoholismo puede quebrantar totalmente la vida de la familia y causar daños que pueden durar toda la vida. El alcoholismo es responsable de más problemas de familia que cualquier otra causa. Los hijos de padres con alcoholismo, por ejemplo, tienden a presentar baja autoestima, culpa, sentimiento de desesperanza, miedos de abandono y depresión crónica. Los niños de padres con alcoholismo pueden sentirse responsable por los problemas de la persona alcohólica y pueden pensar que ellos crearon el problema. Esto puede llevarlos a desarrollar codependencia emocional en la vida adulta. Los hijos adolescentes de padres alcohólicos también pueden desarrollar fobias. Además, presentan problemas en la escuela. El ambiente estresante que viven en casa les impide estudiar adecuadamente. También presentan problemas de conducta: como engañar, pelar, robar. La esposa de un hombre alcohólico también tiende a desarrollar co-dependencia (en muchas casos ya estaba presente antes de la relación).

Es importante recibir tratamiento, mediante el programa que ofrecen Alcohólicos Anónimos, que ayuda a dejar de tomar y mejora los estilos de vida, y también asistir a terapia de pareja, terapia de pareja, y a grupos de apoyo (terapia de grupo). Los familiares de la persona alcohólica necesitan tratamiento tanto como los alcohólicos.

Padres abusivos

Todos los padres son humanos, es decir que tienen defectos, pero algunos tienen problemas psicológicos profundos que los llevan a dañar a sus hijos en la forma en que los tratan. Existen muchos tipos de acciones o actitudes abusivas de parte de los padres. El rechazo hacia un hijo, de parte un padre o un tutor, es una forma en la que se le comunica, de muchas formas, que no es deseado. Puede tratarse de críticas crueles, llamar por apodos, gritos, humillaciones o bromas humillantes, burlarse de capacidades mentales o apariencia física, rehusar amor, atención o tacto y abandono físico o emocional. El ignorar a los hijos. Los adultos que han sufrido, cuando niños, de carencias emocionales usualmente son incapaces de atender las necesidades de sus hijos. Muchas veces el padre está físicamente ahí, pero no está disponible emocionalmente. Aterrorizar mediante amenazas, gritos o insultos causan serios daños psicológicos a los niños. Aislar a los niños, dejarlos desatendidos por periodos de tiempo, no permitirles relacionarse con otros niños, encerrarlos, todo esto es un abuso que les impide que desarrolle habilidades para relacionarse con los demás, lo que ocasiona miedos e inseguridades. El abuso emocional tiene como consecuencia un daño en la autoestima y el bienestar psicológico del niño. Estas familias pueden beneficiarse principalmente de terapia familiar, terapia de grupo. La terapia individual puede ayudar a los niños que han devenido adultos.

Padres sobreprotectores

Cuando los padres sobreprotegen a sus hijos, en ese momento se entorpece la educación que se les quiere dar. La razón es que mediante la sobreprotección los padres le comunican constantemente a sus hijos de que no confían en sus capacidades. Al asumir las responsabilidades de sus hijos, al supervisarlos constantemente, al resolverle sus problemas, al cobijarlos excesivamente del frío, etc., los padres les transmiten a sus hijos constantemente que no confían en que puedan relacionarse adecuadamente con el mundo. Por tanto, los niños que crecen con padres sobrerprotectores tienen dificultades para tomar decisiones, enfrentar frustraciones y carecen de la seguridad para tener una vida de éxito.

La causa profunda de que los padres sean sobreprotectores tiene que ver con un problema no resuelto que vienen arrastrando de su pasado. Veamos este caso. María, una mujer con hijos que de niña sufrió de abandono emocional de parte de sus padres, puede tender, ya siendo madre, a esforzarse en no ser como sus padres. Y por tratar de no ser como sus padres, puede de manera general a nunca dejar solos ni descuidar un instante a sus hijos. Con esto, la madre realmente no actúa en función de un cuidado hacia sus hijos, de un peligro real que los hijos puedan ver o al que estén expuestos, sino que actúa en función de sus propios miedos y fantasmas. ¿Son los hijos que van a sufrir si ella no está con ellos un instante, o ella que sigue sufriendo de que sus padres no estuvieran ahí como ella quería? Es claro que la madre no ha sabido resolver un problema no resuelto, que sufre desde la infancia, y que esto interfiere con la educación a sus hijos (pues de esta forma hereda este problema a sus hijos).

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